Convocatorias

viernes, 5 de marzo de 2010

El muerto al hoyo y el vivo al bollo


El sentimiento y el cariño por las advocaciones cristíferas y marianas en la década de los ochenta del pasado siglo supuso el relanzamiento de las hermandades pasionistas en nuestra Semana Santa. Surgieron así las primeras cuadrillas de costaleros, que lejos de aspirar a una compensación crematística por portar sobre sus hombros al Hijo de Dios y a su Madre, anhelaban servir cual cirineo a sus sagrados titulares. Se conforman así grandes cuadrillas de costaleros vinculadas institucional y orgánicamente a las hermandades nazarenas. Algunas de ellas han celebrado ya sus bodas de plata y otras están en ello. Curiosamente el resurgimiento y relanzamiento de nuestra Semana Santa se hace coincidir con el movimiento de hermanos costaleros, no en balde, incluso algunas corporaciones nazarenas tienen su germen y origen en el movimiento costalero. En época más reciente, y en pleno furor y ansia emuladora, quizás como pago de nuestra inmadurez, hicimos nuestro el costal y la cerviz como técnica costalera. No importa asumir lo foráneo cuando se está en proceso de construcción de una cultura costalera inexistente hasta ese momento en nuestra Semana Santa. En poco tiempo se experimenta, desde la seriedad y sosiego, un impulso cuantitativo (aumento de hermanos costaleros) y cualitativo (desempeño en la técnica y estatus en la hermandad) que nos hace augurar un definitivo asentamiento en nuestra Semana Santa y la construcción de un acervo propio en la misma del movimiento costalero.
Aunque no exento de algunas sombras preocupantes vinculadas a personalismos y protagonismos impropios de la religiosidad inherente a toda corporación nazarena. Es Cristo y sus advocaciones las que deben aglutinar las voluntades y las devociones. Así es y así debe de ser. No se puede entender la cuadrilla de costaleros del Gran Poder, sin el Gran Poder, del Cachorro, sin el Cachorro, de la Macarena sin la Macarena o de la Esperanza sin la Esperanza. En nuestra Semana Santa empezamos a conocer las cuadrillas de costaleros por sus martillos y llamaores y no por los sagrados titulares, mal asunto éste. Es más empiezan a surgir galácticos del martillo que aglutinan a más costaleros de lo que lo hacen los sagrados titulares y las hermandades. Ojo a visor, las galaxias se eclipsan, en lo cofrade siempre funcionan mejor los semilleros y canteras, pues se aclimatan mucho mejor a los entornos particulares, al pueblo, al barrio y sus gentes.
Podemos, desde decisiones improvisadas y caprichosas, que buscan el pan para hoy y que traerán el hambre de mañana, acabar con uno de los movimientos humanos que más han revitalizado las hermandades. Lo malo de los que no ven, de los miopes, es que toman decisiones desde esa miopía, sin calibrar las consecuencias para más allá de mañana.
Por ello cobran más valor las personas fieles e incondicionales a las hermandades que siempre suman voluntades y que desde su abnegada pasión por sus devociones divinas han ayudado a muchos cofrades a mirar para el Zaidín, a reparar que hay Semana Santa más allá del Genil. Estas personas no debían ser canjeadas por un puñado de costaleros, no es buena política mercadear con los costaleros. En su infinita bondad hacia su hermandad, incluso comulgan con ruedas de molino, asumiendo acuerdos tácitos de cara a la galería, en realidad abusivos, fácticos y unilaterales, por tal de que su Moreno camine hacia adelante y por derecho.
Gracias Javier Sierra Antequera por tu generosidad e infinita paciencia.

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